Boato, música, sobre todo mucha música, ritmo de los tambores, carrozas con orquesta; cerrando, una con coros y todo. Y los asistentes, público de prácticamente toda la provincia y más allá, con la boca abierta, disfrutando.
Quizá casi en el mismo arranque de la comitiva, por la calle Presbítero Baltasar Carrasco, posiblemente con la plaza Padre Fontova a la espalda. O en Poeta Garcilaso. O la avenida de los Condes de Soto Ameno.
Era el último de los desfiles de los Moros y Cristianos de San Blas de 2019, los hoy más veteranos de los que recorren la ciudad de Alicante y pedanías, herederos de los primeros en la urbe, los de 1599.
Cuando la cabalgata doblaba por Felicitas para, en Pintor Gisbert, donde estaban las gradas oficiales, marchar a continuación por la calle Rabasa, nadie habría supuesto que el retorno iba a alargarse tanto.
Los inciertos orígenes
Desde la asociación ‘Moros y Cristianos San Blas’, en el ahora renovado local en la calle Murcia, tras abrir puertas en 1964 en Soto Ameno (ponía entonces: ‘Comparsas de Moros y Cristianos’), aseguran: “No es el año del regreso, sino del reencuentro”. Pero esta fiesta que traspasa fronteras, y se promociona incluso desde Madrid, ha anotado ya muchos reencuentros que la han ido consolidando.
Entre el siete y el once de este mes se prevén unas fiestas que arrancaron oficialmente en 1948, con las embajadas de Moros y Cristianos escritas por el hoy mítico José Pascual Pérez, ‘El Fusteret’, iniciador de toda una saga de festeros.
Pero la realidad es que en 1946 ya se representaban las embajadas en la puerta de ‘El Carnicer’. Cronicones y expertos le plantan al calendario otro año, 1943. Pero te aseguran que pueden ser incluso más veteranas.
«Este es el año del reencuentro» (comisión festera)
Historia y experimentos
Más fechas: al inicio oficial de 1948 se le suma otro, un año después, gracias al óptico Leoncio Calderón, quien crea la sociedad festera que, desde su ubicación en la calle Carlota Pasarón, con el tiempo, y tras una historia trufada de avances pero también concepciones festeras enfrentadas, desembocaba en la actual asociación.
¿Pero son fieles estas fiestas a lo que debió de ser enfrentamiento armado entre religiones? En el desfile citado al principio, donde la música es trasfondo y protagonista, aparecieron blocos (conjuntos) de batucadas, alguna con trajes galácticos. La percusión de repiques, tambores y timbales sonaba muy bien, muy guerrero, pero hizo circular entre el público el chiste de que representaban el episodio de los moros y cristianos contra los extraterrestres. Vaya.
Arrancan en los años cuarenta, oficialmente en 1948
La fidelidad ante todo
No obstante pese a lo dicho, los Moros y Cristianos de San Blas se deciden ante todo por la opción con trasfondo realista. Así, en 2001, por ejemplo, el bando moro orgulloseaba el que su vestuario se hubiera basado en el real de tuaregs y marroquíes. Algo a tener en cuenta en unas celebraciones que nacieron espejadas en las de Alcoy (de 1668 y, reforzadas, 1883), más dadas a la fantasía en el brocado.
Y que se encuentran también más o menos ligadas en un principio a las Fogueres de Sant Joan, nacidas en 1928. Tomás Valcárcel (1903-1999), modernizador en su tiempo de las Hogueras, en las que participó desde 1940, y de las que llegó a ser presidente de su Comisión Gestora desde 1961 hasta 1979, pide en 1949 a Calderón unos “moros” para animar la elección de las Belleses. Porque en general nadie quería ser allí “cristiano”.
Al principio, nadie quería desfilar como ‘cristiano’
La expansión del alarde
La fiesta, como otras semejantes basada en los alardes (pases de revista del ejército ante el rey o un señor), se sembraba en 1496 en el municipio conquense de Valverde de Júcar, llegaba a la provincia en 1579, a Orihuela (aunque si se confirma la fecha de 1400 pondría a los alardes oriolanos en cabeza), y se extendió con rapidez. En el área municipal de Alicante capital prendió pronto (1599, como se dijo).
San Blas fue la primera en retomar los por entonces abandonados festejos originales. Tras la barriada, que corta con su ligazón foguerera en los setenta (definitivamente, en 1979), el reguero de pólvora se extenderá al distrito de Altozano (1952, en agosto), la pedanía de Villafranqueza (1976, marzo), el sector Miguel Hernández de Benalúa Sur (1978, agosto) y la partida del Rebolledo (1992, también en julio).
Ilusión y novedades
Desligada finalmente de las instituciones, independiente, impulsada y mantenida por el aliento de todo un barrio, literalmente volcado en las celebraciones, en las crónicas se habla, con respecto a San Blas, del “milagro festero”. Un milagro que se ha mantenido vivo, durante la pandemia, gracias a diversas actividades, sobre todo didácticas, desde las mismas redes sociales.
Todo, para preparar un “reencuentro” con ilusión y novedades, como los cuatro temas musicales compuestos para la Capitanía Mora (que ha debido esperar a su gran momento, que toca por rotación y se conoce en el Medioaño), estrenados el pasado siete de mayo. ¿Y qué habrá? Boato, música, ritmo. Ilusión.