Manuel Gago (1925-1980) fue un prolífico dibujante y guionista de cómic cuya fama traspasó fronteras. Creador de editoriales como Garga y Maga y del clásico ‘El Guerrero del Antifaz’ (1944 -1966 con él), en las que tomaron la alternativa muchos otros grandes de la historieta, su estilo, pese a sus cualidades, se volvió descuidado ante un brutal ritmo de trabajo, y sus historias se enrevesaron hasta lo indecible. Pero no por ello perdió calidad global.
El Entramoro de Tuéjar posee un desarrollo argumental trufado de lances y más aventuras, como aquellos cuadernillos de historias enlazadas de Gago, y se ubica más o menos en la época de su principal personaje y parecidos escenarios.
Pero esto no constituye en absoluto algo en contra, posiblemente mucho a favor (es anterior a Gago, por supuesto) para convertirse en cita obligada de quienes quieran disfrutar de esta alabada representación del siglo diecinueve.
Fuera de fechas habituales
La tradición, eso sí, marca que el Entramoro se represente solo cada cinco años, en las llamadas Fiestas Gordas en honor a su patrona, la Inmaculada Concepción. Debía haberse celebrado, pues, en 2020. Pero llegó la pandemia. Se propuso (y se aceptó la propuesta) dejarlo para el año siguiente. No pudo ser. Finalmente, el pasado tres de marzo, desde el ayuntamiento, se lanzaba un mensaje esperanzador que podría verse concretado este mismo agosto.
“¡Arrancamos motores para preparar las Fiestas Gordas de 2022!”, decía la llamada. “Este año con más ganas todavía, por el tiempo que ha pasado y porque van a ser las primeras que se celebren con el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Autonómico por la Conselleria” (la declaración llegó en 2019).
Además, un requerimiento: “Todavía queda libre el papel de Cristiano 4 para el Entramoro. ¡Apúntate!”.
Se celebra cada cinco años, pero la pandemia lo ha retrasado
Una pequeña sinopsis
Para entendernos, ‘entramoro’ es apócope de ‘entrada del moro’, y resume bien parte del argumento de una historia desarrollada al aire libre, en versos de arte mayor (octosílabos, de ocho sílabas, en su mayoría, con algún que otro endecasílabo, de once sílabas). Antaño fue en prosa, con improvisaciones, pero las décadas han ido puliendo esta historia de ribetes épicos.
Vienen los árabes, aunque en la población deciden rendir honores a su patrona, cuya imagen los moros quieren robar, según informa un espía del bando cristiano. Pero la hija del caudillo musulmán ha decidido convertirse, ya que conoce del fervor a la Virgen por una esclava. Los árabes llegan: tiempo de luchas verbales y de las otras. Pero entonces un ángel a caballo entra en escena.
El nombre del acto es apócope de Entrada del Moro
Los últimos ejemplos
Al final casi todo el bando agareno se convierte, menos un tal Alí, que retará al ángel y será vencido por él. La conversión ya es total. Esta sinopsis resume mucho una obra, con sus abundantes anacronismos pero también muy entretenida, que en realidad bucea en una tradición que arranca, según crónicas, allá por el siglo dieciséis y que fue extendiéndose por muchas poblaciones valencianas.
En la actualidad, prácticamente solo Tuéjar y Aras de los Olmos, antes Aras de Alpuente (cada siete años: tocan en 2023), conservan esta representación que concita la participación de buena parte del vecindario. Curiosamente, ambas localidades pertenecen a la comarca de Los Serranos. En el caso de Tuéjar, con sus 1.164 residentes según censo de 2021, su orografía resulta ideal para la obra.
Un espectacular complemento es la Rodá de la Bandera
Las propuestas locales
Qué tal un viaje iniciático por ejemplo desde un hotel a la entrada desde la CV-35 (autovía del Turia) hasta la plaza Mayor, allá en las alturas (bueno, por detrás del templo se puede seguir subiendo).
Allí, aparte de la casa consistorial, tenemos presidiendo el lugar la contundente fachada de la iglesia barroca de Nuestra Señora de los Ángeles, del diecisiete y declarada Monumento Histórico Artístico nacional el veintiséis de enero de 1983.
Es uno de los escenarios de las Fiestas Gordas, en las que también resulta importante el acto conocido como la Rodá de la Bandera. Ofrendado a la Patrona, el oficiante de esta exhibición acrobática, sin dejar de mirar al templo, girará una inmensa bandera sobre su cuerpo, en concreto el cuello, la cintura y las piernas. En el fondo, otra perla a engarzar en una peculiar forma de conmemorar el trasfondo de los Moros y Cristianos, pero sin los habituales boatos.
Origen interior
En la obra aparecen una veintena de vecinos en papeles con acción. Además de los respectivos bandos cristiano y moro, por supuesto no puede faltar el Ángel. Se representa casi toda a caballo, salvo en las luchas, lo que le añade también un punto de vistosidad. Hay que recordar que en los Moros y Cristianos tradicionales los equinos son un elemento más, ya que se desfila andando.
Quizá el punto está en que los Entramoros proceden, según los cronistas, del interior español y no de cómo se desarrollaron las celebraciones por el resto del Levante. No hay que olvidar que Los Serranos es zona fundamentalmente castellanohablante, con incrustaciones aragonesas, lo que se llama castellano churro. Más azúcar al dulce.