Objetivo de turistas ansiosos por una fotografía desde lo más alto de sus dos torres desde las que disfrutar de una vista privilegiada de València, a la vez que muestra su paso por la majestuosa obra arquitectónica, las Torres de Serranos representan uno de los monumentos más reconocidos de València, coronadas por el puente de Serranos que culminan en la plaza de los Fueros para formar un conjunto difícilmente olvidable.
La muralla medieval contaba inicialmente con cuatro portales grandes y nueve pequeños
De prisión a salvaguarda
Pero antes de convertirse en un icono digno de las mejores postales, las Torres de Serranos han albergado (y de hecho siguen haciéndolo) cometidos mucho más útiles y lucrativos para aquellos que han dispuesto de sus servicios.
Desde prisión a lugar seguro donde salvaguardar obras de arte, han cambiado su utilidad a lo largo de los más de seis siglos de historia que las preceden. En lo que no han cambiado en estos casi 630 años es que, sin duda, las Torres de Serranos han sido, son y serán, la puerta de entrada a València.
Origen
La construcción de las torres tuvo lugar entre abril de 1392, en que comenzaron los preparativos de la obra, y el 19 de marzo de 1398, día en que se dieron por finalizadas. Las mismas fueron un encargo de los ‘jurats de València’ y el uso principal que se le pretendía dar era el de servir como defensa ante cualquier asedio o posible ataque a la ciudad.
Sin embargo, se generalizó su uso para diferentes ceremonias, como las entradas oficiales de aristócratas o reyes a la ciudad, motivo por el cual acabó siendo considerada la puerta de entrada a València.
Durante siglos fue utilizada como prisión
Unas medidas superiores
El arquitecto fue Pere Balaguer, que se inspiró para su proyecto en la Puerta Real del Monasterio de Poblet, pero en este caso su ambición y las necesidades de una ciudad de la importancia de València propiciaron que las medidas de nuestras Torres sean muy superiores a las de la puerta en la que se inspiró el maestro.
El nombre de la misma se estima que se debe básicamente a su posición geográfica, al noroeste de la ciutat vella y cuyos caminos naturales provenían de la comarca de Los Serranos, lugar en el confluían también los caminos hacia Zaragoza y Barcelona. Si bien, otras teorías ofrecen la versión de que el nombre de las torres se debía a la principal familia que habitaba la misma calle.
Defensa de la ciudad
Para conocer mejor el origen de las Torres de Serranos, así como de otras torres de València de las que únicamente sobreviven además las Torres de Quart, hay que identificar la antigua muralla medieval de València, que sirvió de protección desde mediados del siglo XIV hasta finales del siglo XIX cuando comenzaron su desmantelamiento.
La construcción de la muralla medieval de València comenzó en el año 1356 a petición de Pedro IV de Aragón, finalizándose las obras allá por el año 1370. València ya dispuso en el pasado de dos murallas anteriores a la medieval, la primera de origen romano y una posterior de la época musulmana.
Pese a ello, desde la Corona de Aragón se consideró necesario ampliarlas con estas nuevas barreras, puesto que la ciudad de València había crecido lo suficiente como para que la muralla musulmana quedara ya en el interior de muchas áreas.
Las únicas supervivientes del conjunto medieval son las Torres de Serranos y las Torres de Quart
Grandiosidad
Más allá de las utilidades militares y otros servicios para los que han servido las Torres de Serranos durante su larga vida, si algo ha identificado a la fortificación ha sido la grandiosidad y majestuosidad desde sus orígenes.
Pere Balaguer, que también colaboró en otras construcciones de gran importancia en València como son la Catedral, la Iglesia de Santa Catalina o el Miguelete, alzó las torres hasta los 33 metros, muy por encima de la puerta en la que se inspiró, ubicada en el Monasterio de Poblet.
Éstas están compuestas por las dos torres, que disponen de salas abovedadas en tres alturas, unidas por un cuerpo central formado por dos alturas, con sus respectivas bóvedas, y una terraza.
Seguridad
Para mejorar la seguridad de las Torres fue construido un foso defensivo en su base, el cual fue cegado en 1871, si bien volvió a restablecerse posteriormente en 1893. Además, cabe destacar la apertura de las torres en su zona interior.
Esto tenía dos posibles utilidades más allá de lo estético. Por un lado, evitaba que en caso de ser tomadas por algún enemigo estos pudieran hacerse fuerte en las torres, utilizándolas contra la ciudad. Y por otro lado, en una cuestión más ceremonial, servía a modo de balcón y mirador hacia la ciudad, mejorando la utilidad de las torres y la puerta en general durante las llegadas de celebridades a València.
Las Torres de Serranos sirvieron como alojamiento seguro para obras de arte durante la Guerra Civil
Cárcel de la ciudad
Si bien el uso como prisión de las Torres de Serranos puede ser entendido como una ‘mala prensa’ ante la ciudadanía, o incluso por la historia, habría que entender que quizá este monumento no seguiría en pie de no haber sido reconvertido en prisión de la ciudad de València en julio de 1586. Y es que entre el siglo XVI y hasta bien entrado el siglo XIX, concretamente hasta 1888, las Torres de Serranos se convirtieron en la cárcel de la ciudad.
Todo comenzó cuando un incendio provocado en febrero de 1586 en la cárcel de la Casa de la Ciudad hizo que se tuvieran que trasladar a los presos, todos ellos caballeros, nobles o personas de importancia, a otras dependencias de la ciudad o las cercanías, entre las que se encontraban las torres.
Esto, y la decisión de reconvertirlas en prisión de forma permanente, provocó que se produjeran cambios en la estructura de las torres, principalmente tapiando salas e incluso llegando a agujerear tracería gótica del monumento.
Manifestaciones en contra
La conversión en cárcel generó incluso manifestaciones en contra, principalmente debido al estado paupérrimo en que llegaron a estar las torres para albergar dicha función. Sin embargo, fue este uso, no muy digno de alabanzas, el que probablemente evitó que las torres cayeran fruto del olvido después de que se iniciara el derribo de la muralla medieval de València bajo la orden del gobernador civil Cirilo Amorós, quién decidió que estas carecían ya de utilidad para la ciudad y apostó por su derribo con el objetivo de ampliar urbanísticamente València.
De este derribo únicamente se salvaron las Torres de Serranos y Quart, no así las otras dos torres principales y las torres menores que se encontraban en la antigua muralla.
La construcción fue inspirada en la puerta del Monasterio de Poblet
Trece puertas
Y es que, aunque hasta la actualidad únicamente han sobrevivido dos conjuntos de torres de las que formaban parte de la muralla medieval de València, en total eran trece las que estaban dentro del conjunto de la ciudad. A las ya conocidas por todos Torres de Serranos y Quart, se unían otras dos grandes puertas, o portals grans, como eran la Puerta del Mar, orientada al Este, y la Puerta de San Vicente, que en este caso estaba orientada hacia el Sur.
El recinto amurallado se completaba con otros nueve portales menores o portals xics. Estas venían a ser la de los Judíos, de Ruzafa, de los Inocentes o de Torrente, del Cojo o de las Dieciséis Llaves, de los Tintes, el Portal Nuevo o de San José, el Portal de la Trinidad, el dels Blanquers y finalmente la Puerta del Real.
Si bien estas fueron, junto a las cuatro mayores, todas las puertas que formaban parte del conjunto medieval, el crecimiento de la ciudad y otras circunstancias provocaron que se promoviera la apertura de nuevos accesos.
Dos supervivientes
Por lo tanto de estas cuatro grandes puertas y sus nueve réplicas menores iniciales, sólo acompaña a las Torres de Serranos las Torres de Quart. Estas fueron levantadas posteriormente a las de Serranos a pesar de también formar parte de la muralla medieval. La construcción de las mismas comenzó en el 1441, medio siglo después de las de Serranos.
Este portal fortificado responde al estilo gótico valenciano, aunque su estructura es bien diferente a las de Serranos a pesar de sus también semejanzas; unas diferencias que saltan fácilmente a la vista de todos aquellos que tienen el placer de contemplar ambas estructuras. Estas, a diferencia de las Torres de Serranos, que son poligonales, tienen una planta cilíndrica. Además, también a diferencia de las otras supervivientes, disponen de poca ornamentación a la vista.
Ambas puertas supervivientes son Bien de Interés Cultural desde 1931
Desperfectos por su labor defensiva
Las Torres de Quart han soportado el paso de los conflictos que han afectado a la ciudad de València, como la Guerra de Independencia, la de Sucesión o la Guerra Civil Española.
Por ello, no es difícil encontrar en sus muros las mellas en forma de agujero provocadas por los cañonazos, principalmente de la Guerra de Independencia. Unos desperfectos fruto de su labor defensiva y lejos de ser provocados por el deterioro del tiempo o de un mal mantenimiento.
Reconocimiento
La resistencia al paso de los años sin perder su gran valor arquitectónico y la historia que reside entre sus muros hicieron que ambas torres, tanto Serranos como Quart, fueran reconocidas en 1931 como Bien de Interés Cultural, considerándose de este modo monumento nacional y Patrimonio histórico, por lo que se encuentran protegidas por ley.
Un auténtico tesoro que, aunque bien adentrada en el casco urbano debido al crecimiento de la ciudad de València a lo largo de los siglos, sigue representando la puerta de entrada a la ciudad; una puerta digna de la grandeza, la historia y la belleza de València.
Defensora del arte
A pesar de que gran parte de la historia de las Torres de Serranos hicieron que su utilidad fuera como cárcel, el recinto monumental ha representado la defensa del arte y la cultura en la ciudad y en toda España. Y es que las torres fortificadas recibieron durante la Guerra Civil obras que habían sido evacuadas del Museo del Prado.
Para ello se habilitó una nueva bóveda con hormigón armado de casi un metro de grosor, que sirvió para que los conflictos armados no hicieran mella en el legado cultural y que este llegase intacto hasta nuestros días.