Gabino Diego / Actor
Ha actuado en algunas de las películas más simbólicas del cine español durante las últimas tres décadas. Desde dramas de época hasta comedias disparatadas. No hay duda de que Gabino Diego (Madrid, 18-septieembre-1966) es un actor todoterreno, ganador de un Premio Goya, que ha interpretado tanto papeles protagonistas como también ha formado parte de muchos grandes repartos.
El fin de semana del 8 y 9 de octubre estará en el Teatro Principal de Alicante como uno de los integrantes de la comedia ‘La curva de la felicidad’, un texto de Eduardo Galán y Pedro Gómez que ha sido también llevado al cine. A su personaje, recién abandonado por su mujer después de un largo matrimonio, le tocará iniciar una nueva vida conviviendo con tres amigos de perfiles muy diferentes, dando lugar a numerosos y divertidos conflictos.
¿Cómo te metiste en esto de ser actor?
Yo estaba estudiando en el colegio y resulta que mi compañero de al lado era hijo del guionista de ‘Las bicicletas son para el verano’. Me dijo que estaban buscando un chico para el protagonista, así que yo me presenté al casting… y me cogieron.
Hasta entonces yo básicamente había hecho teatro en el colegio y había tocado la guitarra en el metro. Me interesaba mucho el mundo artístico, pero desde luego este gran salto fue muy repentino. Reconozco que tal vez estaba un poco verde para esa película, pero a raíz de esto empecé a estudiar arte dramático y he seguido hasta ahora en esta profesión.
«Me encanta Alicante, tengo muchos amigos por la ciudad y la Marina Alta»
¿Hay alguna película de tu extensa filmografía a la que le guardes especial cariño?
La verdad es que a casi todas. He tenido la suerte de poder hacer películas que son importantes para la historia del cine español como ’Belle époque’, ‘Amanece que no es poco’, ‘Viaje a ninguna parte’, ‘El rey pasmado’ o ‘Ay Carmela’. Algunas incluso con el tiempo han ganado fuerza porque han envejecido bien.
Yo siempre que he trabajado en el cine me he levantado todas las mañanas pensando que iba a hacer la mejor película del mundo. Aunque luego no sea tan así, pero yo me ilusiono mucho con mis personajes.
Yo quizás me quedaría con ‘Belle époque’. Me parece un guion fantástico mezclando amor y picaresca con humor político.
Sí, es una película muy mágica. Rafael Azcona era un absoluto genio de los guiones y yo he tenido la suerte de poder trabajar con varios textos suyos. Fue una película maravillosa y aún recuerdo lo bien que lo pasamos en el rodaje.
Lo mismo de los directores y actores. ¿Hay alguno al que le guardes especial aprecio entre aquellos con los que has trabajado?
Con quien más veces trabajé fue con Fernando Fernán Gómez, de lo cual me siento muy afortunado. Ya paso de los 50 años y todavía me parece alucinante haberlo hecho en mi juventud.
De hecho muchos jóvenes de ahora me preguntan cómo era trabajar con él (risas). Lo mismo me ocurre con Agustín González o Saza. Es una generación de actores muy importante para el cine español y yo he tenido la suerte de trabajar con casi todos.
Hablemos ya de la obra. ¿De qué trata ‘La curva de la felicidad’?
Es una función muy divertida, aunque también tiene un cierto poso de tristeza. En su día yo ya fui a verla como espectador y me gustó mucho. Por mi personaje han pasado varios actores antes que yo, como Pedro Reyes o Pablo Carbonell. Así que esta obra es una especie de ‘La curva de la felicidad 3.0’, una nueva versión donde aparezco yo.
Se trata de una función que tiene ya 17 años y todos los actores que han ido pasando han aportado algo a la función. Para mí desde luego fue un regalo caído del cielo que me llegara este personaje llamado ‘Quino’.
«Siempre me sentiré muy afortunado de haber trabajado con Fernando Fernán Gómez»
Compartes el reparto con Jesús Cisneros, Antonio Vico y Josu Ormaetxe que llevan años haciendo esta obra e incluso trabajaron en la película. ¿Ha sido difícil aterrizar en un grupo tan consolidado?
De hecho estuvimos casi dos meses ensayando, porque yo necesitaba adaptarme tanto a ellos como al personaje. Ha significado una responsabilidad muy grande conseguir que funcionen conmigo los mismos gags que funcionaron con los demás actores que me precedieron.
Yo además quería aportar mi personalidad y manera de hacer, pero teniendo claro que lo importante siempre es que se ría el espectador. Gracias a los ensayos y a la generosidad de mis compañeros se ha conseguido, así que estoy muy contento. Siento que mi personaje ya es de carne y hueso.
Quizás el fuerte de este texto es que es un humor muy cotidiano. Lo de un divorciado junto a sus amigos pasando la crisis de los 50… imagino que gran parte del público se verá reflejado.
Sí, al final la clave es poner a cuatro tíos separados viviendo juntos. Mi personaje les ha apalabrado su casa a otras tres personas con el fin de tener la excusa para no venderla, ya que ahí están los recuerdos de su amor.
Quino es un tipo romántico, pero a la vez tiene un punto bastante jeta que me gusta mucho. Es una función donde todos los personajes tienen personalidades bastante distintas. Hay incluso un psicólogo que al final termina psicoanalizando a Quino (risas). Así van ocurriendo cosas muy divertidas.
Y tu personaje también tiene un puntillo panoli que se deja maniatar por los demás. Siempre te han ido muy bien esos papeles, ¿no?
He hecho muchos panolis. E incluso personajes que sufren… y la gente se ríe de lo que sufre el personaje. Eso sí, muchos me envidian porque he besado a algunas de las actrices españolas más guapas (risas).
En el caso de esta obra Quino es bastante panoli, pero también un poco pícaro. Básicamente por eso le ha dejado la mujer (risas).
Además en este caso no es un panoli jovencito que le falten dos veranos como algunos de tus primeros papeles… sino un señor de 50 años. Mucho síndrome de Peter Pan, ¿no?
Es que el auténtico panoli nunca deja de ser panoli (risas). ¿Te crees que por la edad se deja de serlo? Pues no.
Realmente en su versión original ‘La curva de la felicidad’ se basaba sobre todo en los cuarentones, pero en este caso el reparto somos un poco más mayores. Alguno incluso ha cumplido ya los sesenta. Y como tú dices la función habla también de estos personajes que tienen un poco ese síndrome de Peter Pan y piensan que con esa edad todavía pueden comerse el mundo como si fueran veinteañeros… pero al final obviamente esto no es así.
«Mi personaje en esta función es un panoli, pero con un puntito pícaro que me encanta»
Me da la sensación de que tras la pandemia están aflorando mucho las comedias en los teatros, ¿no?
Puede ser. Desde luego cuando vino la pandemia yo sí que me propuse que mi próximo trabajo fuera una función donde la gente se riera mucho. Porque ahora mismo necesitamos pasárnoslo bien.
Poder hacer reír es algo maravilloso, no solo para el espectador sino también para quien hace la comedia. Es de lo más saludable. Esto no quiere decir que sea fácil conseguirlo y en esta función la clave es la inteligencia del texto. La gente se divierte mucho y esto es fruto sobre todo de la construcción de la dramaturgia.
¿Cómo es tu relación con la provincia de Alicante? Supongo que has venido por aquí muchas veces para actuar…
Mucho. Me encanta Alicante e incluso hice una exposición por allí en el antiguo centro cultural de Bancaja en la Rambla. Tengo amigos tanto en la capital como en la Marina Alta y he disfrutado mucho en lugares como Altea, Denia o Pedreguer. De hecho vamos a estar también en otras localidades de la provincia con esta función.
Si van tantos extranjeros hasta allí pues por algo será, y es que se vive muy bien en vuestra zona.
¿Tienes algún otro proyecto en el teatro o en el cine a medio plazo?
En principio voy a estar con ‘La curva de la felicidad’ hasta 2023. Me han propuesto algún proyecto en el cine, pero por el momento estoy centrado con esta función porque me ocupa bastante tiempo viajando mucho. Tengo unos compañeros maravillosos y estoy disfrutando como hacía tiempo que no lo hacía sobre un escenario.