Los titulares de algunos medios abrían durante abril de 2018 con noticia singular: desde The Ancient and Noble Order of The Knights Templar (la Antigua y Noble Orden de los Caballeros Templarios) habían elegido la Catedral de València para, el miércoles veinticinco a partir de las cuatro y media de la tarde, nombrar nuevos caballeros y damas de dicha Orden. ¿Por qué aquí? Bueno, recalemos antes en la leyenda histórica y luego en la hollywoodense.
La tradición nos asegura que el cáliz venerado en el templo no es otro que el mismísimo Santo Grial. Y Hollywood, a través de la producción de George Lucas ‘Indiana Jones y la última cruzada’ (‘Indiana Jones and the Last Crusade’, 1989), dirigida por Steven Spielberg y escrita por el guionista de cine, televisión y videojuegos Jeffrey Boam (1946-2000), ya nos había informado de quiénes custodian la sagrada reliquia: los templarios.
Varias reliquias
¿Qué es el Santo Grial? Digamos que hay varios, todos dados por auténticos, aunque no todos son lo mismo. Pero todos ellos testimonios físicos de la última cena, con Jesús y sus doce apóstoles. Cabe inferir, si la leyenda posee fondo de realidad, que alguien de allí arrambló con la cubertería: la palabra ‘grial’ procede del latín ‘gradalis’, literalmente bandeja, escudilla o plato.
Pues ya tenemos dos posibles ‘santos griales’: una bandeja y una copa o vaso, o sea, un cáliz. La bandeja, si es la que toca, de cristal de roca, apareció en Glastonbury, localización preferida para el mítico Camelot, donde el rey Arturo reunió a sus caballeros, en torno a la Tabla Redonda (¿la mesa de Salomón?), para cimentar la futura Gran Bretaña y buscar el Santo Grial.
La palabra latina alude a una bandeja o escudilla
Los caballeros artúricos
Glastonbury, al suroeste de Gran Bretaña, sede de un multitudinario festival, a finales de junio, que en realidad se celebra en un pueblo cercano, Pilton, fue señalada también como posible localización de otro mítico lugar, Ávalon (‘la isla de las manzanas’), donde dicen que habitaron las reinas de las hadas, como Morgana, también personaje artúrico. Pero nos interesa ahora Camelot. Estamos en la Britania posromana, la Edad Oscura, entre los siglos quinto y sexto.
La historia nos la ordenó el primer novelista francés, Chrétien de Troyes (1130-1183), en ‘Lanzarote, el Caballero de la Carreta’ (Lancelot ou le Chevalier de la charrette’, 1176-1181). Más tarde, el británico afrancesado Thomas Malory (1416-1471), con ‘La muerte de Arturo’ (‘La Morte d’Arthur’, 1469, publicada en 1485), pulió, basándose en De Troyes y cuanta historia recogió, la leyenda artúrica tal y como la conocemos hoy.
Existe otra reliquia, una bandeja, donde quizá estuvo Camelot
La bandeja fue copa
Hollywood se basó en Malory para un montón de películas. Destaquemos, de entre las mejores, la que presentaron en comandita los estudios Orion (hoy filial de MGM-Amazon) y Warner Bros con el título de ‘Excalibur’ (1981). El cineasta británico John Boorman rodó, en pleno auge del género, una de “espada y brujería” bastante fiel a Malory, adiciones tolkenianas aparte.
Pero no había bandeja: el caballero Perceval, en su desesperada búsqueda, lo que encuentra, aunque de recipiente ancho, es una versión del Santo Grial de la catedral de València, camarín incluido (aquí más etéreo, en plan lucecitas). Hollywood le daba así el plácet. The Ancient and Noble Order of The Knights Templar, heredera de la original orden templaria creada en 1118 en Jerusalén, lo rubricaba.
Llegó a València durante el reinado de Alfonso V de Aragón
Una catedral para una reliquia
La catedral basílica metropolitana de la Asunción de Nuestra Señora Santa María de València, ‘La catedral del Santo Cáliz’, ‘la seu’ del Arzobispado, comenzaba a construirse el veintitrés de junio de 1262, el siglo trece, final de la Plena Edad Media (desde el once), centuria de Cruzadas (de la cuarta a la novena), época de castillos. Y de caballeros templarios. Precisamente cuando comenzó a afianzarse en la cristiandad la leyenda del Santo Grial.
La catedral se ultimaba en el siglo catorce, a tiempo para participar activamente en esta historia que empezó antes: aseguran que el papa Sixto II (215-258) le confió la reliquia al diácono oscense Lorenzo (San Lorenzo, 225-258). Con la invasión musulmana (711-726), fue escondida en el también oscense monasterio de San Juan de la Peña (construido entre los siglos décimo y duodécimo). Y sí, los legajos señalan la llegada aquí de la reliquia.
Escalera iniciática
Acontecía durante el reinado de Alfonso V de Aragón, El Magnánimo (1396-1458), tras recorrerse el Grial la actual Aragón. Y no extrañe que no muy lejos de la catedral (por la calle Almudín, andando, se llega en nada a su espalda) se encuentra la Delegación del Gobierno, en un edificio que fue la Iglesia y Palacio del Temple, construidos ya en el siglo dieciocho, entre 1761 y 1770.
O que la torre-campanario del Micalet (1381-1429), con sus 207 escalones dispuestos en un agobiante y esforzado ascenso en espiral, con salida directamente a los cielos, no deje de cobrar un trasfondo iniciático, a lo escalera de Jacob, citada en el Génesis como portal de los ángeles. ¿Una puerta templaria? A vuelapluma, daría para ‘best-seller’.