Entrevista> Lidiana Rodríguez Hurtado / Cineasta (Torrevieja, 1981)
Lidiana Rodríguez escribe historias desde que era pequeña. Sumado a eso, su padre tenía en casa una extensa colección de películas en VHS, lo que le permitió tener su primera toma de contacto con el cine.
También tenía una cámara y un proyector Super 8, además de algunas bobinas en este formato y que nunca pudo tocar, así que no le quedó más remedio que hacerse cineasta.
Comienzas tus estudios en marketing y publicidad, pero acabas formándote como realizadora audiovisual poco después, ¿qué proyecto te abre las puertas en este sector?
Cuando estaba finalizando mis estudios salió una oferta de trabajo para una serie que se llamaba ‘La sopa boba’, de la productora Miramón Mendi para su emisión en Antena 3.
Hice la entrevista y me cogieron como auxiliar de dirección, a los dos meses de estar trabajando me ascendieron a tercer ayudante de dirección y al mes siguiente a segundo de dirección.
«Mientras finalizaba mis estudios trabajé en la serie ‘La sopa boba’ de Antena 3»
Menudo ritmo…
Fue una locura, muchas horas de trabajo y continuamente adaptándome a ascensos que me hacían trabajar más de quince horas diarias para dar la talla.
A eso le añado que era un departamento considerado de hombres. En aquellos años éramos pocas mujeres en el departamento de dirección y no muy bien aceptadas, eso complicaba el trabajo con los compañeros, sobre todo con los más mayores, pero conseguí hacerme un hueco y que se respetara mi trabajo.
Otro de tus primeros trabajos fue el cortometraje ‘Ana 27’, que llegó a proyectarse en la Universidad Central de Florida (EE.UU.). ¿Qué significó para ti que dicho proyecto traspasara nuestras fronteras?
Significó que se me diera visibilidad como directora y guionista en mi país, España. Hasta que el proyecto no fue premiado en un festival en Canadá nadie le hizo caso aquí. Prácticamente todas las selecciones y relevancia que recibió este proyecto en su primera etapa de distribución fueron fuera de nuestras fronteras.
La colaboración con la Universidad Central de Florida llegó más tarde y ha durado años. Lo utilizaron como material de estudio y puntuaba en una asignatura, yo colaboraba estrechamente con un profesor y sus alumnos, aprendí mucho de esa experiencia.
¿De qué trataba dicho corto?
De violencia de género a una mujer por parte de su pareja. Antes te decía que la distribución de este proyecto fue muy complicada en España en su primera etapa y uno de los motivos era el tema que trata, y sobre todo el punto de vista desde el cual lo trabajé.
Su cortometraje ‘Ana 27’ se proyectó en la Universidad Central de Florida
¿Cuál fue esa perspectiva?
No quería mostrar las huellas físicas de las mujeres que sufren este maltrato, sino las psicológicas. Es una obra muy psicológica que te envuelve durante nueve minutos en los sentimientos de Ana, su protagonista.
Para mí era muy importante hablar de las victimas que nunca denuncian porque no son conscientes de su situación. No hay que olvidar que mi obra es del año 2009, estamos en 2022 y seguimos luchando para que se entienda y respete a estas mujeres, eso me causa dolor. Aún nos queda mucho por hacer…
¿Por qué elegiste dicho tema como argumento del corto?
Una amiga estaba pasando por esa situación y no era capaz de darse cuenta. Decidí escribir ‘Ana 27’ para ayudar a todas las mujeres en su situación. Mi amiga en ese momento contó con la ayuda de diferentes amigos y el proceso no fue fácil, ella fue afortunada, otras mujeres no tienen la suerte de contar con esa ayuda.
Para mí era una forma de decirles que no están solas, que las entiendo, que comprendo su miedo y angustia, y que pidan ayuda antes de que sea tarde. Es muy importante que se sientan comprendidas y no juzgadas, la empatía es fundamental en estos casos.
¿Cuánto tiempo te llevó realizarlo?
Fueron tres días muy intensos y de intensa lluvia que dificultó mucho el rodaje. Teníamos localizaciones en diferentes lugares y un cambio de ciudad. Los traslados de equipo y camiones con el material técnico fueron complicados, había carreteras inundadas y también rodábamos en exteriores.
Para poder sacarlo adelante nos pasamos de las horas establecidas en el plan de rodaje, todos estábamos agotados, pero nos unía la pasión por nuestro trabajo.
«Me interesa mucho hablar de derechos humanos en mis proyectos»
¿Fue difícil sacarlo adelante?
Hubo un momento en el que el equipo pensaba que no podríamos terminarlo, pero eso no era una posibilidad que yo contemplara. Desde aquí quiero agradecer una vez más a todo el equipo su dedicación y trabajo, en especial, y que me disculpen los demás, a Jaime Martínez, el antagonista de la historia que ha dado vida al personaje de Daniel.
Él fue de los que más sufrió porque una semana antes del rodaje lo operaron de apendicitis y aun con grapas y no estando recuperado, trabajó. Adapté el guion técnico a última hora porque sus movimientos eran limitados por la operación y el trabajo con lluvia, frío y en su estado, pero no se quejó de nada.
Con varios proyectos a tus espaldas dentro del sector cinematográfico, ¿en qué modalidad tienes más bagaje?
En el mundo de las series de televisión. Cuando yo comencé no eran tan importantes en España como lo son ahora, que casi superan al cine o, mejor dicho, películas, y sigo en esta industria como analista de guion para series de tv y películas.
Entonces, ¿por qué el cortometraje?
Mi pasión por el cortometraje viene de la libertad creativa que nos aporta este género, las cadenas y los productores no se juegan tanto dinero y eso da lugar a no tener que cumplir con exigencias que limitan el contenido y forma de contar la historia.
¿Qué te inspira a la hora de crear historias audiovisuales?
La materia prima de cualquier cineasta es la vida y las personas. A mí me gusta ofrecer al espectador un punto de vista diferente al que ya tienen de lo cotidiano. Me interesan mucho los derechos humanos, es más, creo que es algo que nos debería interesar mucho a todos y todas.
«Hay muchos intereses encontrados que no dejan brillar al cortometraje»
Paralelamente a tu labor como cineasta, este año se ha celebrado la séptima edición del Festival Nacional de Cortometrajes Torrevieja Audiovisual, ¿qué te motivó a crear un proyecto de tal envergadura en nuestra ciudad?
Un profundo amor por mi trabajo y mi ciudad. Quería crear una ventana de exhibición para dar visibilidad al talento español dentro de su propio país. Por suerte me encontré con un concejal de cultura que me escuchó y me dejó trabajar en la línea que yo quería, sin exigencias, siempre a favor de obra, se llama Eduardo Dolón, y ahora es nuestro alcalde.
Me emociona ver el respeto y cariño que le tiene la ciudad al festival, eso hace que trabaje cada edición con la misma ilusión, pasión y nervios del primer año.
De aquella primera edición, ¿cómo transcurrió la jornada?
Para comenzar y plasmar con claridad una de las partes que conforman el alma del festival comencé con una muestra de cortometrajes galardonados con un premio Goya, el máximo galardón español otorgado hasta ese momento a este tipo de obras.
Programé una selección de diez, cinco en animación y cinco en ficción. Para mí la animación española era muy importante y en esos momentos en nuestro país no se le prestaba tanta atención al producto nacional cuando si había mucho talento y obras de gran calidad, así que no la quise dejar fuera.
«El cortometraje te proporciona mayor libertad creativa que otros géneros»
¿Dónde se celebró?
El evento tuvo lugar en el Centro Cultural Virgen del Carmen y la respuesta de la ciudad fue la mejor, aforo completo. Todos trabajamos con muchísima ilusión.
Lola Fernández, que en ese momento era mi ayudante, estaba encargada del control del aforo y lo hizo todo de forma magistral y con una sonrisa ante tal avalancha de gente, hasta mis padres ayudaron en el reparto de entradas ante tal demanda.
¿Esperabas semejante respuesta?
No, era un festival modesto y la primera edición, pero deseaba con todas mis fuerzas que fuera tal y como ocurrió, porque había mucho trabajo detrás. Ese año el acto de clausura fue conducido por una compañera a la cual le pedí el favor y no dudó el apoyar el proyecto, la actriz y presentadora Ana Ruiz.
Recientemente se ha celebrado su séptima edición, ¿en qué ha cambiado desde entonces?
En que tengo el doble de aforo, he tenido que trasformar un teatro en una sala de cine y hay más cineastas invitados. ¡Una locura maravillosa!
También el que los propios autores puedan hacer una introducción al público de sus obras es algo muy gratificante para ambos, y que ayuda a ver la obra a través de los ojos del propio autor. Se crea una energía diferente y muy positiva para ambos.
«Me emociona ver el cariño que le tiene la ciudad a Torrevieja Audiovisual»
Como profesional del cortometraje, ¿cuál dirías que es su situación en nuestro país?
Todavía queda mucho trabajo por hacer. Bajo mi punto de vista hay muchos intereses encontrados que no dejan que brille todo lo que se merece, pero poco a poco se está consiguiendo avanzar.
De hecho, que el director Alberto Mielgo haya ganado este año el Premio Óscar como Mejor cortometraje Animado con su obra ‘El Limpiaparabrisas’ va a ayudar mucho. Él ha sido el primer director español en ganar un Premio Óscar en esta modalidad y eso sitúa al cortometraje español en el centro de todas las miradas a nivel mundial.
Paralelamente al certamen, ¿en qué otros proyectos profesionales estás inmersa?
En demasiados, apenas tengo tiempo para nada, de hecho, llevo cuatro años sin vacaciones.
No me gusta hablar de proyectos, si son propios, porque luego parece que de los que hablas no salen y de los proyectos en los que estoy inmersa como analista de guion no me dejan hablar, firmo NDA (contrato de confidencialidad), la competencia cada vez es más feroz y las productoras se protegen de este modo.
Una película inspiradora
‘Ladrón de bicicletas’, de Vittorio De Sica, es una de las películas que más le inspiran, pero la primera película que recuerda con mucho cariño, y que aún sigue viendo de vez en cuando, es ‘Dentro del laberinto’, dirigida por Jim Henson y protagonizada por una jovencísima Jennifer Connelly con David Bowie como antagonista del relato fantástico.
Cuando la vio empatizó con todos los personajes, sabía que quería crear mundos paralelos y fantásticos partiendo de la realidad. La película es de 1986 pero ella la vio en VHS en casa, a los siete años de edad.