Entrevista> Fina Ferrer / Directora de Cáritas en Altea
Caritas es una organización perteneciente a la Iglesia católica que agrupa en la actualidad a 165 organizaciones nacionales de asistencia, desarrollo y servicio social y cuyo fin principal es el combate contra la pobreza, la exclusión, la intolerancia y la discriminación.
Todas sus delegaciones, como la de Altea, habilita a las personas con menos recursos a participar en los asuntos que afectan directamente a sus vidas e intercede por ellos en foros tanto nacionales como internacionales. Además, brinda ayuda a personas en riesgo de exclusión social, dándoles hogar por algunos días, alimentos y servicios básicos de salud.
Origen en Alemania
Cáritas nació en la ciudad alemana de Colonia el 9 de noviembre de 1897 por la iniciativa del prelado Lorenz Werthmann (1858–1921), bajo el nombre original en alemán ‘Charitasverband für das katholische Deutschland’ (Asociación Cáritas para la Alemania católica).
En 1919 fue reconocida por la conferencia episcopal como la unión de las asociaciones diocesanas dedicadas a actividades de caridad y, aunque durante la época nazi la asociación perdió fuerza política y legal, su expansión internacional continuó llegando a España en 1957, habiendo recibido el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1999 por “su ejemplar labor en la promoción de la solidaridad, en una dimensión a un tiempo local y universal mediante una lucha tenaz contra la injusticia y la pobreza, que eleva la conciencia moral de la sociedad”.
«En la actualidad contamos con catorce voluntarios fijos»
¿Cuánto hace que se implantó Cáritas en Altea?
Hace muchísimos años. No sabría decirte una fecha exacta, pero nosotros ya llevamos quince años y ya existía desde mucho antes.
¿Con cuántos voluntarios cuenta en la actualidad?
Fijos somos catorce, es un número que está bastante bien. Cuando nos comparamos con otras Cáritas, aquí somos gente más joven… aunque yo ya tengo 62 años (ríe). Para ser voluntario tienes que estar libre de obligaciones laborales porque, de lo contrario, no te da tiempo. Pese a ello, podemos presumir de tener una de las plantillas de las Cáritas de nuestra comarca más jóvenes.
¿Se da mucho la circunstancia de que el beneficiario de los servicios de Cáritas sea, a la vez, voluntario?
Es bastante común, sí. Son personas que, a la vez que reciben ayuda, tienen el interés y la necesidad de ayudar también a los demás.
«Podemos presumir de tener una de las plantillas de las Cáritas de nuestra comarca más jóvenes»
¿Cuáles son los principales objetivos de las acciones de Cáritas en Altea?
La principal actividad que realizamos es el reparto de alimentos. Antes de la pandemia lo hacíamos de una manera, pero la hemos cambiado durante este tiempo. Ahora todo funciona por cita previa. Los beneficiarios nos escriben por whatsapp y les vamos dando las citas.
Son citas que damos siempre que les hace falta. No hay que esperar un mes o quince días si se les termina la leche o les falta algún tipo de alimento.
¿Siempre les dan los alimentos ustedes mismos?
Es la forma principal de hacerlo, pero también tenemos usuarios que disponen de unos vales de compra en supermercados. Son familias que, por circunstancias determinadas, no pueden venir hasta Cáritas o que tienen que llevar una dieta especial.
¿Y más allá del ámbito de los alimentos?
Pagamos recibos de luz, de agua, gas, alquileres… Todo ello, gracias a los donativos que vamos recogiendo, así como de la colecta de la iglesia del primer fin de semana de cada mes. En esas misas leemos las actividades que hemos hecho y damos cuenta de la cantidad de gente a la que hemos ayudado y eso hace que la colecta aumente muchísimo.
¿La sociedad alteana es solidaria?
Mucho. Altea es un municipio muy solidario.
Imagino que para que la ayuda que prestan ustedes, así como otras ONG como Corazón Exprés o Cruz Roja, llegue a quien tiene que llegar, existirá un intenso trabajo de coordinación entre ustedes y la propia concejalía de Servicios Sociales.
Así es. Nosotros queremos que todas las personas que vienen a Cáritas a pedir algún tipo de ayuda pasen por Servicios Sociales, porque las ayudas económicas son ellos los que la tienen que hacer, pero hay mucha gente que, por no tener papeles, no puede optar a esas ayudas y no pasa por Servicios Sociales. Esos sí vienen directamente.
Además, siempre que tenemos una duda, como dices, nos llamamos entre nosotros y hablamos de los casos concretos. También de vez en cuando hacemos reuniones para tratar de evitar que Cáritas, Cruz Roja o Corazón Exprés estemos duplicando ayudas.
«Tenemos a personas que son amigos nuestros y que te preguntas cómo ha podido llegar aquí»
Ha hecho referencia a como ha cambiado la forma en la que se relacionan con los beneficiarios de sus servicios tras la pandemia. ¿Ha cambiado también el volumen de personas atendidas?
Sí. Además existe una tipología muy diferente. Tenemos a personas que son amigos nuestros y que te preguntas cómo ha podido llegar aquí, pero desgraciadamente las cosas son así.
Antes de la pandemia, ¿a cuántas familias podían estar ayudando?
Serían unas 124 familias más o menos. Ahora son casi doscientas.
¿Ha comenzado ya a bajar ese número respecto a lo que tuvieron que hacer frente en el pico de la pandemia?
No sé el número exacto de familias que atendimos en aquel momento, pero es cierto que ya ha comenzado a bajar. Hay que recordar que durante toda la pandemia no cerramos en ningún momento.
¿Le preocupa la actual coyuntura económica y esa crisis que todos los expertos auguran que está en ciernes?
Mucho. Yo llevo, como te he dicho, quince años como directora de Cáritas y he visto ya muchas crisis, pero no como la que viene ahora.
¿Qué es lo que le preocupa tanto?
Está afectando a muchísima gente joven con niños. Eso es algo que me preocupa mucho. Hace unos días le he hecho una entrevista a una chica y, como ella misma me contaba, tiene sus estudios, sus idiomas… pero no encuentra trabajo ni para limpiar. Eso es algo muy triste. Eso es lo que está viniendo ahora: aunque sean personas con estudios y preparados, no encuentran nada.
«Hay que recordar que durante toda la pandemia no cerramos en ningún momento»
Ante esa situación, ¿cree que la forma de ayudar a esa nueva tipología de usuarios va a tener que cambiar?
Lo estamos intentando. Nuestro principal objetivo ahora mismo es tratar de ayudarles económicamente pagándoles algún recibo, pero nos viene muy difícil porque los alquileres son muy altos y a poco que paguemos cuatro alquileres, nos quedamos sin dinero.
Me ha dicho que también ayudan a pagar recibos de la luz o el gas. ¿Están notando mucho la escalada del precio de la energía?
Claro, porque esto está haciendo que, con los mismos recursos, podamos llegar cada vez a un número menor de personas.
Precisamente por ese aumento del precio de la vida, ¿están recibiendo menos ayudas ahora que hacen tanta falta?
De momento no lo estamos notando. Tenemos dos grupos de personas, uno de ellos de residentes noruegos y el otro de personas de Altea, que nos ayudan mucho. Por el momento, las cosas siguen igual. Tampoco hemos notado, e insisto que es por el momento, una bajada en la colecta de los primeros fines de semana en la iglesia.
«El buen voluntario es el que quiere ayudar sin recibir nada a cambio»
¿Teme que pueda llegar ese momento?
Creo que llegará, sí. Las familias tienen hijos que están parados… pero no sólo es eso. ¿Qué sueldo tienes que tener hoy en día para poder llegar a fin de mes? Si un alquiler ya está en 600 euros. A eso hay que sumar la luz, el agua, el gas… Vienen tiempos difíciles.
Con sus ingresos actuales, ¿hasta qué punto puede Cáritas seguir soportando la actual situación?
Con la ayuda que nos ha dado Servicios Sociales vamos tirando. Siempre y cuando esa ayuda no se termine y el Banco de Alimentos no reduzca sus aportaciones.
¿Qué es lo más urgente que les hace falta?
Todos los alimentos, pero no sólo eso. Aquí, siempre lo digo, recogemos desde las lentejas al papel higiénico. Siempre recalco en eso, en el papel higiénico y en las compresas para las mujeres, porque me parece tan esencial como el kilo de arroz y, a veces, nos acordamos de la leche y el arroz y no de otras cosas como las que te he dicho, como la pasta de dientes, el gel de ducha… hace falta todo.
«Por el momento no hemos notado que el encarecimiento de la vida haya bajado las ayudas que recibimos»
En su caso particular, ¿qué le ha llevado a querer ser voluntaria de Cáritas?
Yo siempre digo que desde pequeña me ha gustado ayudar y siempre me he acercado a las personas más desfavorecidas. El caso de muchos de mis compañeros es el mismo. Cáritas, además, es una parte importantísima de la Iglesia, pero lo fundamental es que al ayudar tú mismo te sientes bien. Recibes más de lo que das.
Permítame usar una palabra que quizás no le guste: ¿hay una parte de egoísmo en eso de querer sentirse bien mediante la ayuda a los demás?
Lo entiendo perfectamente y eso es algo que tengo muy en cuenta. Eso diferencia mucho al voluntario. Lo ves cuando viene la gente y te dice que ha enviudado o que se ha quedado sin empleo y que necesitan algo para sentirse útil o para no aburrirse. Ese no es un buen voluntario. El buen voluntario es el que quiere ayudar sin recibir nada a cambio. No necesitamos ni que nos den las gracias.
No se trata de sentirte bien. Es hacer lo que tienes que hacer. Y entiendo que cuando tienes trabajo, igual no puedes dedicar tanto tiempo; pero cuando no lo tienes, preferimos estar aquí.