Entrevista > Susi Campello y Santiago Pascual / Cultivadora y secretario local de la Unió de Llauradors
El alficoz es una variedad hortícola del mediterráneo típica del sur de la provincia de Alicante especialmente de la huerta ilicitana, también conocido como cohombro.
En boca el alficoz es dulce, resulta muy refrescante y evita digestiones pesadas, por lo que puede ser un ingrediente destacado para los platos estivales.
El alficoz tiene un sabor y unas propiedades muy superiores a las de otras frutas y verduras
Falta promoción
Según los expertos está en peligro de extinción y el censo agrario no registra datos de su cultivo. Se concentra sobre todo en nuestra zona, donde está presente en pequeñas explotaciones y terrenos familiares, con una producción aproximada a 125 toneladas.
Esto mismo sucede también con otras variedades tradicionales, que a pesar de tener un interés gastronómico más que demostrado, gozan de menor rendimiento en el mercado y se acaban perdiendo para siempre en el campo.
Si el alficoz tiene un sabor y unas propiedades muy superiores a las de otras frutas y verduras, su preservación pasaría entre otras cosas por el interés de los profesionales de la gastronomía, y por campañas de promoción ante este producto autóctono.
Un cultivo sencillo y ancestral
Este producto requiere de temperaturas moderadas y mucha exposición al sol, y los cuidados que necesita no son demasiados exigentes, pero, al igual que el pepino, necesita bastante agua. Se siembra a partir de abril, creciendo muy deprisa, y ahora está en su mejor momento.
Susi Campello pertenece a una de las familias que cultiva este vegetal, un cultivo que siguen, fieles a sus ancestros, generación tras generación.
«Nosotros siempre lo hemos tenido como un cultivo familiar» S. Campello
¿Sigue siendo un cultivo familiar?
Yo lo recuerdo de toda la vida, y tal y como me contaron mis padres esto ya viene de generaciones más lejanas, y es el reflejo de lo que es la tradición de este cultivo en el campo de Elche.
Nosotros siempre lo hemos tenido como un cultivo familiar, y de hecho en la actualidad lo seguimos haciendo así y lo cultivamos mi marido, mi yerno y yo, y algún miembro más de la familia al que recurrimos en época de siembra.
«Las semillas que hemos plantado este año son las que recogimos de nuestra cosecha del año pasado» S. Campello
¿Las semillas van recogiéndose de un año para otro?
Las que hemos plantado este año son las que recogimos de nuestra cosecha del año pasado y así ha sido siempre; son semillas únicamente de nuestra tierra. Escogemos los mejores ejemplares y los dejamos para recoger sus semillas y se guardan para la cosecha siguiente.
¿Dónde los vendéis?
Nuestra producción es local, como la de la mayoría. Los vendemos en los mercados, en los mercadillos de agricultores, y en los establecimientos de la zona. Fuera de nuestra zona apenas lo conocen. Un vecino nuestro los envió una vez a Barcelona junto a un pedido de pepinos, y le llamaron preguntándole que aquello que era.
En peligro de extinción
Para Santiago Pascual, secretario local de la Unió de Llauradors, el alficoz está en peligro de desaparecer.
¿Por qué cada vez se cultiva menos?
Se trata de un producto local que tenía sentido en modelos tradicionales de agricultura, cuando se cultivaba en parcelas pequeñas y para mercados de proximidad. A día de hoy, pocos lo plantan y pocos lo venden, por lo que el público tampoco conoce sus bondades.
Deberíamos hacer un esfuerzo por su preservación. Quizá las especies autóctonas tengan menor rendimiento comercial que los famosos híbridos gestados en los laboratorios para que aguanten más y tengan un aspecto más homogéneo, pero lo cierto es que su valor organoléptico es infinitamente mayor.
Por otro lado, al agricultor le es más rentable, por ejemplo, plantar especies parecidas como los pepinos, que crecen muy deprisa y ofrecen una mayor producción por planta.
¿Qué ocurre con los precios?
En una misma extensión de alficoz se obtiene la tercera parte de kilos que de pepinos. Tendrían que venderlos al triple para obtener el mismo rendimiento.
Hace unos días, por ejemplo, el precio del pepino estaba muy por debajo del precio habitual, y es muy difícil competir con él ante el consumidor.
Es una pena que muchas veces no se aprecie la diferencia y no se tenga en cuenta el valor que este producto tiene en nuestra cultura agrícola y gastronómica.
«Necesitamos que se promocione como se hace con otros productos como la granada, la breva o el dátil» S. Pascual
¿Y qué propone para su preservación?
Que se promocione exactamente igual que se hace con otros productos como la granada, la breva o el dátil, que son productos igual de autóctonos que el alficoz. También es necesario que se cuide el cultivo y su comercialización, porque, de no ser así, a la vuelta de unos años nos podríamos encontrar con que este producto tan nuestro desaparezca.
Valor nutricional y gastronómico del alficoz
El sabor del alficoz recuerda mucho al del pepino, aunque resulta más suave y ofrece una digestión más amable. De hecho, se puede comer con la piel y resulta muy crujiente. Es saciante y refrescante, porque fundamentalmente tiene agua y minerales, así que se considera adecuado para una dieta equilibrada. Suele consumirse en ensaladas, gazpachos y cremas frías.
Nutricionalmente son interesantes, aunque se componen principalmente por agua y su aporte calórico ronda las 30 kcal por cada 100 gramos. Los alficoces proporcionan fibra, potasio, magnesio, calcio y hierro, entre otros minerales, además de vitaminas C y B.