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La manzana ha sido de las frutas más simbólicas en nuestra historia, desde la «Manzana de la discordia» que provocó la guerra de Troya hasta la manzana de Blancanieves, pero en el caso del fruto prohibido de Adán y Eva, no fue la culpable.
Desde niños hemos creído que un árbol de manzana prohibido fue la razón por la que se nos acabó el paraíso del Edén, luego de que Adán y Eva comieran de él, pero un simple error de traducción fue lo que provocó esta gran confusión.
Todo empezó en el siglo IV d.C. cuando el papa Damasco I da la orden de traducir la Biblia del hebreo (su idioma original) al latín, Jerónimo de Estridón, su erudito más importante, fue el responsable de esta tarea.
En una época donde pocas personas dominaban el idioma hebreo y el cristianismo buscaba seguir expandiéndose, Jerónimo traduciría las sagradas escrituras al «latín del pueblo» pues el hombre común lo dominaba.
Jerónimo tardó 15 años para finalizar esta complicada misión, sin embargo, había un «pequeño» problema, Jerónimo no manejaba muy bien el lenguaje hebreo.
Y como errar es de humanos y más cuando no conoces algo por completo, Jerónimo confundió algunas palabras, entre ellas una del capítulo 3 del Génesis.
En esos versículos, se narraba la historia del pecado original, cuando Adán y Eva cayeron en la tentación de comer del único árbol que Dios le pidió no tocar ni mucho menos alimentarse de él.
La Biblia relata que: «Dios le avisa a Adán y Eva que no deberán comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal”. Pero como sabemos, esto no fue cumplido por este par de personas.
El hecho es que, Jerónimo al no saber suficiente hebreo, confundió el adjetivo hebreo de malo por el sustantivo latino de ‘manzana’, haciendo de este el fruto prohibido.
Sin embargo, ya sea por desconocimiento o por aprovechar el símbolo de la manzana, la Iglesia no se pronunció acerca de este error, por lo que la manzana continuó siendo el fruto prohibido.
De hecho, esta equivocada creencia hizo que muchos artistas plasmaran en sus obras el pecado original con la manzana como el fruto prohibido, sobre todo en pinturas del renacimiento.
No se sabe con exactitud cuál fue el verdadero árbol de frutas del que Adán y Eva no debían comer, sin embargo, muchas teorías y especulaciones apuntan al higo, ¿por qué?
Primero que todo, según la escritora Gioconda Belli, apasionada por la historia de Adán y Eva, asegura que según la Biblia, el Edén estaba en Irak, y allí no se da el árbol de manzanas, además explica que los sabios judíos identificaron el fruto prohibido como el higo, o tal vez, la uva.
Por otra parte, Tertuliano, considerado uno de los padres de la Iglesia, argumentó durante el siglo II d.C. que Adán y Eva habían cubierto su desnudez con las hojas de ese mismo árbol, las cuales parecen ser de higuera.
Por último, el Nuevo Testamento podría arrojar flechas sobre este enigma, ya que en dos ocasiones un árbol de higos aparece de forma negativa, primero Jesús maldice a una higuera que no da frutos (Mc 11, 11-26) y además, el traidor Judas se cuelga en una higuera.
Al final, no podremos saber qué árbol en específico era considerado por Dios como el fruto prohibido, no será una manzana, tal vez sea un higo, o quizás el árbol solo simbolizaba la desobediencia de Adán y Eva.