Entrevista> Miguel Ángel Schiller / Párroco de l’Alfàs del Pi
Borren de su vocabulario la expresión de ‘fiestas patronales de l’Alfàs del Pi’. Eso no existe. O sí existen, cuando llega el día de San José, pero no se celebran. Los días grandes de l’Alfàs del Pi están dedicados al Santísimo Cristo del Buen Acierto y a la Santísima Eucaristía, una particularidad que tiene un interesante origen y que explica, en esta entrevista para AQUÍ en l’Alfàs, el párroco de la localidad, Miguel Ángel Schiller.
Antes de pedirle que me explique las particularidades de estas fiestas, hagamos un pequeño resumen histórico. ¿Cómo se originaron?
Se originan cuando recibimos una bula del Papa Pío IX concediéndonos ‘ad modum jubileum’ las fiestas del Santísimo Cristo del Buen Acierto. Ligado, precisamente, a la fiesta de San Juan de Letran, el día 9 de noviembre. Así, el día del Santísimo Cristo del Buen Acierto se celebra el día 10.
Hay un detalle muy bonito que es que este breve que se concede pone de manifiesto la vinculación de las iglesias locales con Roma.
«Las fiestas se originan cuando recibimos una bula del Papa Pío IX concediéndonos ‘ad modum jubileum’ las fiestas del Santísimo Cristo del Buen Acierto»
Una de las particularidades de estas fiestas, en comparación con la mayoría de las que tienen un origen religioso, es que no son patronales, ya que el patrón de l’Alfàs y a quien se dedica su parroquia es San José.
Así es. Son fiestas jubilares. Toda la vida de San José fue muy discreta y sigue siéndola. Al pobre San José, cuando llega la fecha, se le hace fiesta; pero la participación es mínima. Siempre ha estado en un segundo lugar. La parroquia, como has dicho, sí tiene como titular a San José.
Así las cosas, ¿qué es un Jubileo?
Tiene una raíz bíblica. Podemos encontrarlo en el Levítico, pero, en resumidas cuentas, es una forma de hacer que cada 49 o 50 años todo volviera a la propiedad de Dios, de Yahvé, que es el dueño de la Tierra.
Nosotros somos unos meros administradores. Una forma de condonar todas las deudas y que todo volviera a su dueño era el Jubileo. Se perdonaban las deudas, se daba gracias a Dios y se perdonaban también todas las cosas que pudiera haber entre familias, problemas de tierras, etcétera.
Esa es la raíz bíblica tal y como aparece en el Levítico, pero hoy en día no es exactamente así.
Esto se ha retomado con la gracia de Cristo y el Santo Padre, a lo largo de la historia, ha concedido jubileos rememorando aquel acontecimiento de Yahvé, pero en otro sentido: el del perdón de las culpas y las penas. Para ello, hay que tener unas predisposiciones, es decir, la religión no es algo mágico.
«Las fiestas jubilares comportan una gran parte de actos lúdicos y festivos y eso me parece estupendo»
Es decir, estar realmente convencido de lo que se hace.
Has de hacerlo con verdadero sentido, con profundidad. En este caso, debes confesarte, visitar la capilla del Santísimo, asistir durante un tiempo prudencial a las cuarenta horas, hacer un ratito de oración.
Para hacer una buena confesión, se necesitan cinco cosas: el dolor de los pecados, propósito de enmienda, examen de conciencia, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. A veces, nos da miedo porque es como quedarnos al descubierto delante de Cristo.
¿Realmente la gente busca ganar el Jubileo siguiendo todos esos pasos que me ha contado?
Yo siempre digo que “las cosas internas, ni en la Iglesia”. Yo no me atrevería a juzgar quién sí y quién no; pero sí que diría que más de la mitad lo hace según sus capacidades, su conocimiento y su relación con el Señor. Si lo hace bien o lo hace mal, él mismo lo sabe.
Creo que actualmente la gente que vive el Jubileo no lo hace con doblez, sino con mucha ilusión y ganas… y más, después de la pandemia. Tampoco vas a pedir más de lo que se puede hacer. Cada cual tiene sus conocimientos y sus posibilidades y Dios, lo que mira, es el corazón.
«Creo que actualmente la gente que vive el Jubileo no lo hace con doblez, sino con mucha ilusión y ganas»
Las de l’Alfàs son unas fiestas de origen religioso, pero a lo largo de los años se han ido incorporando nuevos actos lúdicos hasta llegar al actual programa festero. ¿Cree que esa parte lúdica le ha quitado protagonismo a la religión?
No. Soy de la opinión que hay que sumar más que restar. Por supuesto, las fiestas jubilares comportan una gran parte de actos lúdicos y festivos y eso me parece estupendo, pero no olvidamos que la raíz es religiosa.
¿Qué es lo que más le gusta de las fiestas de l’Alfàs?
¡Me encantan los correfocs! Por supuesto, toda la parte religiosa la disfruto más. Son unas fiestas un poco densas porque son dos procesiones, muchos actos, la exposición del Santísimo, la ofrenda floral… pero cada vez los disfruto más porque veo que la gente los disfruta. Esa es mi verdadera felicidad: ver a la gente feliz.