La Casa Colorá es un antiguo caserón rural construido en el margen derecho del río Vinalopó y que todavía, a día de hoy, envuelve numerosos misterios, a la sombra de un sorprendente pasado. Fue creada entre finales del siglo XIX y principios del XX por el terrateniente local Joaquín Amat y su esposa, Elia Linares, para que allí residiese su hija Encarnación, aquejada de una afección pulmonar.
Los médicos habían recomendado a la joven el clima fresco y el aire del campo y por esa razón sus padres habían adquirido ese terreno. Sin embargo, Encarnación jamás pudo vivir en la casa, debido a que falleció de tuberculosis antes de finalizar la obra, que recibiría el nombre de ‘La Torre Encarnación’.
Primeros sucesos
La propiedad pasaba a manos del hijo de Encarnación, Hilario, pero sus abuelos -conmovidos por su pérdida- decidieron alquilar la casa durante el verano. De ese periodo, a comienzos del siglo pasado, se empiezan a conocer las primeras historias y leyendas en torno a la Casa Colorá.
Todos los inquilinos que la habitaron, relatan, no duraban mucho antes de huir alegando escuchar ruidos de cadenas y ver sombras. Algunos de ellos eran conocedores de la historia de Encarnación y aseguraban que era su espíritu el que circulaba por la casa.
Fue construida como residencia de una joven aquejada de una afección pulmonar
Nuevos inquilinos
La familia Amat construyó entonces un corral y una bodega anexa, y buscó una serie de personas para que cuidaran sus tierras. Unos años más tarde, en 1932, ocuparon la casa el matrimonio formado por Joaquín Gran Pastor y Antonia Maestre Juan, junto a sus siete hijos. Ninguno de ellos vivió algún suceso paranormal, aunque bien es cierto que nunca llegaron a habitar el caserón, sino el edificio colindante.
El paso del tiempo provocó el abandono y deterioro de la casa, hasta que en 1975 la cuidó Miguel Cerdá y su familia, quienes tampoco percibieron nada extraño. El ayuntamiento es su propietario desde 1991 y es el Instituto de Desarrollo de Elda y Servicios Administrativos (Idelsa) el que ocupa su interior.
Muchos de sus inquilinos huían asegurando que se oían ruidos de cadenas y se veían sombras
Reformada y recuperada
La Casa Colorá fue ampliamente reformada y recuperada, aunque se decidió conservar el suelo de la escalera y los barrotes, además del techo de la torre. La primera planta jamás llegó a ser habitada, curiosamente el lugar donde se produjeron la mayoría de hechos inexplicables.
El director de Idelsa, Jesús Quilés, dice no sentir miedo, pese a reconocer cosas fuera de lo común. Una de las que más le han marcado sucedió mientras celebraban una reunión: comenzaron a escuchar cómo la puerta principal del edificio se abría y alguien subía por las escaleras hacia la primera planta, donde ellos se encontraban.
Pasados unos segundos se asomaron para comprobar quién estaba al otro lado de la puerta, pero no había nadie.
Fue abandonada hasta la adquisición por parte del Ayuntamiento de Elda en 1991
Otros misterios
Unos años más tarde, una limpiadora estaba en la planta baja haciendo sus tareas, cuando escuchó arriba a un técnico que reparaba el aire acondicionado. Tocaron entonces el timbre y al abrir se encontró frente al propio técnico. Le preguntó, no sin temor, si otro compañero estaba realizando la reparación y la respuesta fue no.
El técnico se interesó por las dudas de la chica, mientras ella le remarcaba simplemente que escuchase. Estaban completamente a solas en el edificio, pero oían a alguien en la parte de arriba. Marcharon corriendo de la casa y no quisieron volver.
Frente al edificio hay un centro de formación y a lo largo del tiempo más de un alumno ha asegurado ver cómo se movía una de las cortinas de la Casa Colorá, en una de las ventanas más altas. Pero ni hay cortinas ni se puede acceder a la ventana, ya que está a unos tres metros del suelo.
Cómo es
La Casa Colorá respondía en sus orígenes a un tipo de finca de recreo, muy común en la provincia alicantina. Eran residencias de verano o vacaciones en cuya planta baja se situaban las habitaciones de servicio y domésticas, mientras las estancias destinadas a los propietarios se ubicaban en la superior.
Su fachada principal, de color rojizo, brinda un diseño ordenado y académico, con planta cuadrada dispuesta en orientación sur-suroeste. Asimismo, el volumen de la casa se encuentra jerarquizado por una característica torreta central que, sobresaliendo del tejado a cuatro aguas, se muestra como una inmensa claraboya que ilumina la escalera central.
Todo ello rodeado de una amplia zona verde donde antes hubo huertos, rosaledas, jardines y gallineros.