Cuando uno camina ahora por el Cabañal tiene claro que la cosa ha cambiado. De querer evitar adentrarse incluso los propios vecinos de València en este barrio marinero, la tendencia ahora ha cambiado. Incluso se ha convertido en un ‘must’. Ahora hasta cuesta coger mesa entre semana en algunas de las múltiples bodegas y restaurantes que han abierto sus puertas.
El Cabañal-Canyamelar ha mejorado notablemente su aspecto. No tanto las barriadas más al norte, como el Cap de França (entre la calle Pintor Ferrandis y la Avenida dels Tarongers) o el último tramo de vecinos que linda con la Patacona (Alboraya). La inversión municipal y la llegada de turistas en busca de ese aire bohemio-marinero han renovado el aspecto del barrio.
Protección administrativa
El primer paso para esta mutación quizá haya que situarlo en 1988, cuando el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) reconoció el valor histórico del barrio, refiriéndose a él como ‘Conjunto Histórico Protegido’. Entonces se fijó como objetivo la regeneración y revitalización del barrio.
Cinco años más tarde, el núcleo original del ensanche del Cabañal es declarado Bien de Interés Cultural. Para dicha declaración se contó con el informe favorable del Consejo Valenciano de Cultura, del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valencia y de la Universidad Politécnica de Valencia.
En el decreto se incide en la peculiaridad de la trama urbana del barrio, “en las que se desarrolla una arquitectura popular de clara raigambre eclecticista”, como se percibe en las fotos que ilustran este reportaje.
El Plan Especial del Cabañal pretende proteger al barrio de la ‘gentrificación’ turística
¿Prolongar la avenida Blasco Ibáñez?
Uno de los grandes caballos de batalla de las últimas décadas fue la prolongación de la Avenida Blasco Ibáñez sobre la trama protegida del Cabañal como elemento central de un plan de rehabilitación urbana.
Dicho plan comportaba, entre otras cosas, el derribo de 1651 viviendas. Motivo de debate político y tema de conversación habitual entre los vecinos de València, actualmente se encuentra paralizado judicialmente.
En 2015, el gobierno municipal puso en marcha una nueva línea de actuación sobre el barrio, que ha eclosionado en el llamado Plan Especial del Cabañal (PEC).
Los espacios verdes han aumentado casi un 50% y ya hay nuevos itinerarios peatonales
Evitar el turismo masivo
El PEC aumenta los espacios verdes en casi un 50%, con la creación de itinerarios peatonales que cruzan el barrio de este a oeste. También solventa el déficit de dotaciones municipales y aspira a atraer a no más de 1.900 nuevos vecinos, con lo que se pretende evitar la ‘gentitricación’ de esta área tan atractiva de València por su proximidad a la playa.
De igual modo, se ha limitado la reconversión de casas en apartamentos turísticos a solo un 10% por cada manzana de edificios y limitado a las plantas bajas o al primer piso si en los bajos había un comercio. El PEC impedirá también la agrupación de edificios en primera línea para evitar que se asienten hoteles en esa zona.
Las hermosas fachadas modernistas se han rehabilitado en buena parte de los casos
Nuevos vecinos en el barrio
A fin de evitar la expulsión de más vecinos, se prevé la construcción de un máximo de 1.150 nuevas viviendas (entre públicas y privadas), de las que hasta 700 serán de protección pública (VPP).
Dichas viviendas se terminarán de construir junto al parque de Doctor Lluch, rodeado de solares y casas por rehabilitar, en la parcela de Astilleros, pues se derriban los bloques portuarios, y en el conocido como PAI de las Piscinas.
Los vecinos del Cabañal, conocedores de la nueva dinámica del barrio, temen que, al convertirse en el nuevo barrio de moda (tomando así el relevo de Ruzafa), los precios de los inmuebles se disparen.
Un barrio ‘cool’
“Queremos garantizar el derecho a la vivienda e impedir la especulación”, ha manifestado en diferentes ocasiones el concejal de Desarrollo Urbano y Vivienda, Vicent Sarriá. Buena parte de los vecinos con propiedad en el Cabañal ya han empezado a ver negocio (el rotativo ‘The Guardian’ lo situó entre los barrios más ‘cool’ europeos) y se han mudado a otros puntos de la ciudad para poner en alquiler sus viviendas y sacar rendimiento económico.
Así, los turistas que arrastran maletas cualquier día de la semana y en cualquier época del año forman parte ya de la nueva imagen del barrio. El acento extranjero predomina en tascas y tabernas. Queda por ver qué balance harán los casi 30.000 vecinos de este entorno marinero de la imagen que a todas luces ha tomado ya el barrio.